lunes, 4 de noviembre de 2013

LA FORMA CRISTIANA DE EDUCAR (José Ignacio Prats)





  • La pedagogía cristiana tiene su fundamento último en el maestro por excelencia, aquel “en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia” (col 2,3).
  • Poseer habilidades no implica necesariamente ser mejor persona.
  • El proceso de la formación del que hablamos, desde la óptica cristiana no es exclusivo del educador y del educando (recordamos que se trata de formar-se). En él interviene de manera original y determinante la acción cuidadosa de Dios, que da forma desde dentro.
  • Chesterton: “ la desgracia de nuestros contemporáneos no es que ya no crean en nada, sino que se lo creen todo”
  • Dios nos ama, no porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es bueno.
  • El educador cristiano, en consecuencia, siempre tiene como meta ultima de su acción educativa (en su doble aspecto correctivo y propositivo) la realización de esta dimensión personal esencial, la donación.
  • El niño va siendo formado, por el afecto de la madre y la instrucción del padre, entre los cuales no debe existir fisura. Cuando encuentra el amor y la seguridad que da el padre y la madre, su personalidad se va consolidando segura, adquiere una adecuada capacidad receptiva, de asombro, de autoconfianza y de confianza en los demás.
  • El padre transmite fuerza y vigor, la madre ayuda a permanecer sin claudicar. La ausencia de padre dela al hombre des-orientado, la ausencia de madre, des-consolado.
  • La apertura mayo a la que debemos orientar al educando es la apertura a Dios, la realización cumbre de su intencionalidad la hallará mediante la donación, el amor a sus semejantes, y la más alta receptividad entre personas la experimentará en el vínculo esponsal irrevocable.

José Ignacio Prats Mora. Doctor en Psicología.
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación.
Profesor de la Universidad Católica de Valencia «San Vicente Mártir» y del Instituto Pontificio Juan Pablo II.



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